Boda Borja & Laura

viernes, octubre 06, 2006

AMPLIANDO HORIZONTES

Sin tener aún organizadas las fotos del viaje (¡¡bastante tenemos de momento con las de la boda, que no terminamos nunca!)...no podemos dejar de seguir escribiendo sobre este viaje y todo lo que hemos sentido en estos 22 días increibles:

Tras nuestras aventuras para subir al avión (gracias a los billetes sin cofirmar!) aterrizamos por fin en el aeropuerto de Nairobi, tras un día entero de viaje y previa escala (accidentada) en Amsterdam. Allí empezamos a conocer a los demás compañeros de viaje: que después se convirtieron en amigos: gente muy, muy maja: allí estaban Lluis y Sally, de Mataró y que se casaron el mismo día que nosotros --y casi a la misma hora--!! Fernando y Silvia, pucelanos afincados en Madrid que celebraban su primer año de casados, y una familia completa de Madrid, Puri, Jose, Marta e Inés, que fueron un verdadero encanto.

Tras pasar toda la noche volando hasta llegar a Nairobi, esta ciudad gris y un poco triste fue nuestra puerta de África. La verdad es que ni nos dio tiempo de ver la ciudad, pues tal cual llegamos y una vez superados los trámites burocráticos del aeropuerto, nos montamos todos en un todoterreno de safari y salimos hacia Aberdares: nuestra primera parada en uno de los Parques Naturales que visitaríamos.

Durante el trayecto no podíamos dejar de observar por las ventanas todo lo que sucedía a nuestro alrededor: así fuimos descubriendo que en África la vida se sitúa entorno a la carretera: gente paseando, trabajando o simplemente descansando, pequeños comercios, tenderetes de artesanía, minúsculos cubículos que hacían de colmado donde podías encontrar un poco de todo, chabolas, casitas,... todo estaba pegado a la carretera.





Antes de llegar a Aberdares hicimos alguna parada técnica en los clásicos bares donde al lado mismo venden artesanía (tiendas bautizadas como 'Curio Shop') y descubrimos la habilidad y simpatía de los vendedores, pues la mayoría podía hablar o al menos pronunciar perfectamente algunas palabras en español, o en el idioma que hiciera falta para llamar la atención del viajero y conseguir venderle alguna de sus mercancías. Realmente las tiendas son como la cueva de Alí-Baba: allí se amontonan miles y miles de objetos esperando comprador: máscaras, lanzas, utensilios de cocina, mesas y sillas, amuletos, instrumentos musicales típicos, tallas de madera de ébano, antigüedades, collares,... todo precioso...¡¡y cuesta muy poco caer en la tentación!



Nos instalamos en un lodge en Aberdares donde pudimos disfrutar del magnífico entorno, pasear por sus cuidados jardines de espectacular flora y ver muy de cerca los primeros animales, pues sir muy lejos del hotel, nos tropezamos con gacelas, algunas jirafas e incluso con un avestruz despistada.

A la mañana siguiente, mucho más descansados ( tras pasar la noche observando animales en el espectacular The Ark), salimos por carretera dirección al Lago Nakuru, famoso por la gran cantidad de flamencos rosas y la variedad de pájaros y aves acuáticas. Allí nos alojamos en el "Lake Nakuru Lodge", lugar estupendo, con cabañitas de madera y camas con mosquitera (por la proximidad del lago Nakuru es zona de muchos insectos) y con un comedor con terraza exterior desde donde las vistas de la sabana africana son espléndidas.

Aquella misma tarde hicimos un safari por las inmediaciones del lago y ya empezamos a ver alguno de los grandes de África, como el rinoceronte,... es difícil explicar lo que se siente al tener tan cerca animales como este, estábamos tan cerca de ellos que incluso les oíamos respirar.



También vimos muchas jirafas que aprovechando el fresco del atardecer comían tranquilamente de las ramas de los árboles, numerosos grupos de cervatillos, todo tipo de monos jugueteando por los árboles (los más chulos, los babuinos), apacibles cebras pastando cerca de la orilla del lago (todas con sus 'huellas dactilares, que son sus rayas, ..y todas diferentes!!) y....miles y miles de flamencos rosas.

Empezamos a andar por el suelo húmedo y fangoso del lago (con un olor un poco horripilante, pero bueno), para poder acercarnos lo máximo posible hasta donde estaba aquella inmensa colonia de flamencos rosas, pero alertados por nuestra presencia, las aves empezaron a emprender el vuelo. El espectáculo de aquellos cientos de aves sobrevolando el lago al atardecer, pasando justo por encima de nuestras cabezas, fue maravilloso.



Después de visitar y disfrutar del Lago Nakuru continuamos el viaje y nos dirigimos al Parque de Masai Mara, la reserva más famosa de Kenia, prolongación del también famoso Parque del Serengueti en Tanzania, uno de los más vastos y ricos del África Ecuatorial.

A las orillas del río Mara viven manadas de elefantes, hipopótamos, ñus, rinocerontes, cebras, impalas, búfalos y, naturalmente depredadores como leones y guepardos...Los hipos son una pasada: tranquilotes tirados en medio de la orilla durmiendo todo el día: lo más espeluznante: cocodrilos que apenas se distinguian de la tierra donde estaban extendidos todo lo largo que eran: y eran muuuuuuy largos....jejejeje!

Nos alojamos en el "Masai Mara Sopa Lodge", un lugar encantador y completamente integrado en el entorno...Una pasada de sitio!! Las habitaciones eran pequeños bungalos con techo de paja y terraza, rodeados de hermosas flores y vegetación exuberante. El servicio fue excelente y la comida genial, especialmente los postres, pues había un variado surtido de dulces, repostería y pastelitos que estaban de fábula!!!. Cada noche después de cenar algún empleado del lodge, todos ellos encantadores, nos acompañaba con un candil hasta la puerta de la habitación ("it's dangerous", nos decían.....Borja sostenia que buscaban propina! jeje!), desde el comedor se disfrutaba de fantásticas vistas de la reserva e incluso había una magnifica piscina donde refrescarse.

Dedicamos días entero a recorrer la reserva de Masai Mara: vimos hienas, una pareja de avestruces, inmensas manadas de búfalos y ñus atravesando la sabana, jirafas, elefantes, cebras, chacales, grupos de jabalís verrugosos (y muy peludos, como Pumpa y Timón) bañándose en pequeñas charcas,....el espectáculo era continuo!!.



De repente, en medio del parque, apareció ante nuestros ojos una cebra muerta y a su alrededor montones de buitres gritaban y se peleaban casi a muerte para conseguir parte de lo que para ellos era un preciado botín...!pudimos ver como uno de los buitres internaba su largo cuello en el interior de la presa para sacarlo segundos más tarde lleno de sangre y con parte de las vísceras del animal muerto colgando de su pico, aquello era un capítulo más de la vida cotidiana en el corazón de África, donde la vida y la muerte muchas veces se dan la mano.

También pudimos visitar un poblado masai, y aunque ellos ya saben que vas a ir e incluso debes pagar para entrar (en dólares! y no admiten tarjeta, jajaj!) es totalmente recomendable ir a verles, porque, aunque ya están acostumbrados al turismo, una cosa si que es cierta: se muestran tal como son y lo que allí ves es su manera de vivir, no es ninguna interpretación ni montaje: cantamos, bailamos con ellos, visitamos sus casas, su escuela...Borja saltó con ellos en un ritual de cortejo típico de este pueblo!!..

Como todo poblado massai las cabañas donde viven forman un círculo que a la vez cierra todo el poblado, cada cabañita, fabricada con mezcla de barro, excrementos de animales y paja (adobe) es habitada por una familia y consta de dos habitaciones, en una duermen los miembros de la familia y en la otra los animales.

Los hombres masai visten de color rojo, pues antiguamente, cuando eran cazadores, utilizaban este color para ahuyentar a los leones. Una parte importante de la alimentación de los masai es una combinación de sangre y leche de cabra que mezclan dentro de unas calabazas.

Las mujeres masai (guapísmas!) realizan collares, pulseras y demás abalorios que intentan vender a los visitantes: son ellas las que, con sus coloridos vestidos, grandes collares y pendientes que agujerean de forma impresionante sus orejas, dan una nota de belleza a estos pequeños poblados diseminados por toda la sabana.

Al salir del poblado dirección al lodge se nos puso un enorme elefante en medio del camino, a poco más de un metro del coche (yo grité!!). También tuvimos la suerte de ver una manada de leonas muy bien camufladas entre la vegetación, y un gran leon melenudo que las observaba en la distancia: creemos que era su harén!...



Después de vivir estas experiencias en Masai Mara, disfrutando de África en todo su esplendor, continuamos la ruta hasta regresar a Nairobi: al día siguiente nos esperaba un nuevo avión para llevarnos a Mahé, la principal de las Islas Seychelles: en nuestra retina grandes elefantes con enormes colmillos, hipopótamos totalmente camuflados, retozando dentro de lagunas cubiertas de verde, --y que solo se distinguían por los pajarillos blancos que les limpiaban la cabeza de parásitos--, colonias de pelícanos nadando al lado de los hipopótamos, cebras, impalas, topis, y paisajes maravillsos: espléndidas puesta de sol nos mostraron aquellos días una inmensidad de colores que jamás habíamos visto.

Al llegar a Seychelles, sin embargo (y tras despedirnos de nuestro ya amigos: habian sido muchos días de aventuras y ellos partían rumbo a Mauricio y Zanzíbar) aterrizamos en Mahé: no podíamos pedir nada más, aquello era el paraíso,...incluso el tiempo se detuvo. Allí tuvimos once días para visitar Praslin, La Digue, disfrutar de sus paradisiacas playas y descansar!!, eso si: empezando a pensar (ya allí mismo) en cuándo podríamos volver a África....